Después de que ayer casi me convierto en una especie de pasta sebosa debido al sofocante calor y de que esta noche no he pegado ojo, esta mañana me he levantado con la cara sonriente (aún con ojeras) al ver que el cielo estaba nublado. Se puso a llover de forma intermitente y la temperatura era de 21,5º.
Parece que la madre naturaleza ha decidido darnos una pequeña tregua y dejarnos hacer una vida más normal.
Como todo lo bueno, esto durará muy poco, así que voy a atesorar estos momentos como si fueran oro y disfrutar lo que buenamente pueda.
Si pensáis que exagero cuando he dicho que no he pegado ojo, aquí os dejo una foto que hice ayer por la noche en la terraza de mi piso a las 23:50h
Efectivamente, lo que ves es cierto. El termómetro por infrarrojos marcaba una temperatura de 36,5º
Los materiales de la terraza absorben el calor que da gusto y aunque por la noche refresque un poco, la terraza sigue irradiando calor varias horas, así que es como tener una estufa justo en frente de las ventanas del salón y el dormitorio, eso sin contar que vivo en un ático y el techo es como la plancha de una cocina industrial.